La tecnología ha entrado en nuestras vidas. También en la de los más pequeños. A nadie le sorprende ver a un bebé jugando con el móvil de su papá.
Los niños, cada vez a edades más tempranas, demandan “juguetes tecnológicos”.
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Es interesante que desde pequeños se familiaricen con las nuevas tecnologías, pero los padres también se plantean dudas razonables: ¿están desapareciendo los juguetes tradicionales?, ¿está cambiando la forma de jugar?, ¿cómo influyen estas transformaciones en la educación del niño?, ¿cuáles son los peligros reales de los videojuegos?
Juguetes tecnológicos Vs. Juguetes tradicionales
¿Qué es un juguete tecnológico? ¿El que funciona con pilas? ¿Aquel que tiene algún componente eléctrico o electrónico? ¿Los videojuegos?...
En cualquier caso, estas navidades hemos visto ordenadores que enseñan el alfabeto, globos terráqueos manejados mediante joystick, robots que hablan, pianos musicales que emiten diferentes sonidos, karaokes, grabadoras de voz, vehículos eléctricos de alta gama repletos de extras y accesorios, libros interactivos, pequeños reproductores de video, un perrito de peluche que obedece ordenes... y por supuesto: videojuegos.
¿Qué ha sido de “nuestros juguetes”? ¿Y las muñecas, los cochecitos, los patinetes y las cuerdas para saltar a la comba?
Con independencia de qué entendamos por juguete tecnológico, una idea muy extendida sobre éstos es la de que afectan negativamente sobre la imaginación de los niños, ¿presentan algún peligro para su desarrollo?
Encontraremos defensores y detractores. Como veremos, quizá, la clave resida en cómo se usen, más que en el tipo de juguete en sí. Luego, en principio, la respuesta a esta pregunta es: no. Los juguetes de nueva generación no son ni buenos ni malos, ni mejores o peores que los tradicionales. Son diferentes.
Diferencias entre los diferentes tipos de juguetes
Parece ser que la principal diferencia entre ambas clases de juguetes es el tipo de actividad que requieren del niño.
Por ejemplo, en el caso de un videojuego, el niño debe escoger de entre una serie de respuestas y acciones preestablecidas, cerradas. La imaginación del niño es estimulada, sí, pero su creatividad se reduce al descubrimiento de las relaciones causales que existen entre las posibilidades que ofrece el juego.
Por el contrario, el juguete tradicional, una muñeca de peluche, una caja de plastilinas, ofrece más preguntas que respuestas. La imaginación y la creatividad del niño tienen que completar todas las soluciones que no ofrece el juguete: ¿dónde vivirá la muñeca?, ¿cómo se llamará?, ¿le gustarán los espaguettis?, ¿se llevará bien con el osito?...
De manera que con cada tipo de juguete estamos estimulando y favoreciendo aprendizajes diferentes, de alguna forma complementarios.
Los propios niños nos han demostrado que son capaces de incorporar las nuevas tecnologías a su vida. De adaptarse a ellas, también en su forma de jugar. Quizá, algunos de los miedos de los adultos provengan de cierta concepción idílica de la infancia que sólo se tiene cuando se es adulto.
A partir de los cuatro años gran parte de la actividad lúdica del niño se invierte en la imitación de modelos
El juego como proceso de socialización
Mediante el juego el niño ensaya y practica muchas de las actividades a las que se enfrentará en la vida adulta. Por eso, a partir de los cuatro años gran parte de la actividad lúdica del niño se invierte en la imitación de modelos. Y normalmente estos modelos son tomados de los adultos que rodean al niño.
Luego jugar con juguetes electrónicos que requieran el manejo de joysticks, ratones, botones y teclas, pantallas o interfaces... asegurará la posterior adaptación del niño al mundo tecnológico en el cual vivimos.
Los riesgos
Algunos estudios han demostrado que, por ejemplo, los videojuegos estimulan la coordinación psicomotora del niño, sus estrategias para la resolución de problemas bajo determinadas condiciones, la capacidad para perseverar en una tarea...
Aunque a nadie se le escapan también sus efectos nocivos. ¿Cuándo supone un riesgo el juguete tecnológico? Por ejemplo, y principalmente, cuando su uso provoca un aislamiento social. Y aquí nos hacemos otra pregunta: ¿podemos considerar la televisión como otro “juguete tecnológico”? En la medida en que entretiene a los niños, en la medida en que los niños pasan mucho tiempo frente a ella, aislándoles de muchas otras actividades: sí.
¿Qué pensaríamos de un niño que juega a todas horas con un pequeño dinosaurio de plástico?, y sólo con ese dinosaurio, desde que sale del colegio hasta que se acuesta, que no quiere hacer los deberes por jugar con su dinosaurio, que se olvida hasta de comer... Todos convendríamos en que tiene algún problema. Y que la culpa no es del dinosaurio.
Contenidos y valores de los videojuegos
Por último, y en este caso centrándonos exclusivamente en los videojuegos, debemos hablar del importante problema de los valores que transmiten. Un estudio realizado recientemente ha concluido que los 250 videojuegos más vendidos en España reproducen esteriotipos sexistas. Además, es habitual encontrar contenidos violentos y xenófobos. Aunque muchos de estos juegos no estaban destinados al público infantil. ¿Pero quiere decir esto que no los conocen y utilizan?
El mundo infantil está cada vez más expuesto a ellos, porque niños y jóvenes son los principales consumidores de este tipo de productos. Analizar las causas que han llevado a nuestra sociedad a crear algunos de estos “juguetes” para niños sería muy complejo, a padres y educadores sólo nos queda tener muy abiertos los ojos.
¿Cuál es el peligro real entonces? No existen datos concluyentes para afirmar que la exposición prolongada de un niño a estos estímulos se traduzca en más conductas violentas. El problema entonces es el de la insensibilización. Igual que el niño adopta modelos de conducta mediante el juego, adquiere también valores y actitudes. Y en muchos de estos juegos, por muy virtuales que sean, se normaliza la violencia como medio para resolver conflictos, o se justifican conductas discriminatorias.
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